¡El queso es un alimento altamente nutritivo! Contiene muchos de los nutrientes esenciales para mantener una buena salud a cualquier edad. Tan solo dos lonchas de queso Castillo (20 g) en una dieta equilibrada proporcionan aproximadamente la mitad de la cantidad de calcio, vitamina B12 y K2 recomendada. Además proporcionan grandes cantidades de proteínas, vitamina A y D y otros minerales.
A pesar de lo que se suele pensar, el queso no engorda tanto como creemos. Existen muchos tipos diferentes de grasa y, concretamente, las del queso son las denominadas “buenas”, ya que contienen ALC (Ácido Linoléico Conjugado), que es necesario y esencial para el organismo.
Para elaborar un kilo de queso tierno se necesitan aproximadamente 10 litros de leche. Por eso es un “concentrado” tan saludable, ya que contiene todos los nutrientes de la leche.
Tan solo cuatro lonchas de queso contienen suficiente calcio para satisfacer las necesidades diarias del organismo. Y el calcio es imprescindible para mantener los huesos fuertes y sanos.
Sí, es cierto. 35 gramos de queso aportan tantas proteínas como 50 gramos de carne, lo cual lo convierte en una alternativa estupenda.
El queso aporta vitaminas A, B2, B12, D y K2. Por eso, proporciona energía y ayuda a crear nuevos tejidos, a eliminar los deshechos y a garantizar el correcto funcionamiento de todos los órganos.
El queso madura desde el día en que se elabora hasta el que se consume. Para curarse, necesita “respirar”, por lo que es imprescindible que esté envuelto en los materiales adecuados para evitar que se “asfixie”. El film transparente y los paños de algodón o de lino humedecidos son los mejores métodos para conservar el queso.
El “clima ideal” para mantener el queso es de entre 4 y 10 ºC. Los cambios fuertes de temperatura hacen que el queso sude y que aparezcan condensaciones que pueden afectar su sabor. Si el queso se conserva en un lugar caluroso durante un periodo de tiempo prolongado, puede resecarse o aparecer moho (sobre todo en los quesos más tiernos).
Para disfrutar de un queso duro en todo su aroma, sácalo del frigorífico 10 minutos antes de consumirlo y disfrútalo a temperatura ambiente.
La mejor forma de conservar el queso en la cocina durante poco tiempo es en una quesera. Para periodos de tiempo más prolongados, lo ideal es guardarlo en la nevera o en un lugar oscuro y ventilado, como una despensa fresca o un armario.
Es imprescindible que el lugar de conservación no tenga corrientes de aire, ya que esto secaría el queso. Si el queso se conserva en el frigorífico, se recomienda que esté en la parte más baja del mismo, ya que el aire frío se mantiene abajo.
La caducidad varía dependiendo de los quesos. Sin embargo, se puede afirmar que cuanto más duro y curado sea, más durará, ya que contiene menos humedad.
Un embalaje adecuado es esencial para prolongar el período de caducidad de cualquier queso y protegerlo contra la deshidratación. La forma del queso también puede influir en el período de caducidad del mismo, por ejemplo, las cuñas tienen un período de caducidad superior al del queso en lonchas.
El queso envasado al vacío puede conservarse normalmente entre cuatro meses y un año
Castillo de Holanda elabora quesos que pueden ser aptos o no para vegetarianos, según si están elaborados con cuajo animal o con coagulante microbiano.
Si eres vegetariano, mira siempre los ingredientes de la etiqueta del queso. Si aparece como ingrediente el coagulante, este queso será adecuado para ti. De lo contrario, si está elaborado con cuajo, al ser de origen animal, no será apto para vegetarianos.
Los quesos Castillo no contienen gluten y, de lo contrario, se especificaría en el etiquetado.
En el mundo existen cientos de tipos de quesos, con texturas muy diversas y sabores únicos. Sus características específicas se deben a la procedencia de la leche, al tiempo de curación o a la receta empleada.
El queso Castillo madura de forma natural encima de estantes de madera. Se elabora siguiendo una tradición muy antigua. Los quesos Castillo se mantienen en almacenes especialmente diseñados para que puedan madurarse siguiendo las más estrictas normativas de calidad para garantizar el mejor sabor y una personalidad propia.